Almas, ¡que el amor os queme, al ver que el Dios inmortal se hace mortal por vosotras! ¡Oh, conmovedor misterio! Viene a pediros limosna el que es Dios, el Verbo eterno.
Venid acá, mis hermanas, acercaos sin temor; a Jesús, una tras otra, ofrecedle vuestro amor.
Aquel que a los hombres todos alimenta con su esencia, por ti se hace débil niño y reclama tu asistencia. Su dicha y felicidad son en el cielo perfectas. Pero por ti se hace pobre y humilde en la tierra.
Consuela, hermana querida, al niñito, que te tiende sus brazos para abrazarte. Para alegrarle, te pido que sonrías siempre a todos y les ofrezcas tu amor.
STA. TERESITA DE LISIEUX
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