sábado, 13 de marzo de 2010
Cuaresma con los santos del Carmelo-Sabado de la 3er semana-Sta. Teresa de Jesus
EL FARISEO... EL PUBLICANO (Lc 15, 10)
Admirarme, complacerme, sería perderme. Dejarme mirar por Ti, el Crucificado, es encontrarme
con la verdadera humildad.
Estos efectos, con todos los demás que hemos dicho que sean buenos en los grados de oración que quedan dichos, da Dios cuando llega el alma a Sí, con este ósculo que pedía la Esposa, que yo entiendo aquí se le cumple esta petición. Aquí se dan las aguas a esta cierva, que va herida, en abundancia. Aquí se deleita en el tabernáculo de Dios. Aquí halla la paloma que envió Noé a ver si era acabada la tempestad, la oliva, por señal que ha hallado tierra firme dentro en las aguas y tempestades de este mundo. ¡Oh Jesús! Y ¡quién supiera las muchas cosas de la Escritura que debe haber para dar a entender esta paz del alma! Dios mío, pues veis lo que nos importa, haced que quieran los cristianos buscarla, y a los que la habéis dado, no se la quitéis, por vuestra misericordia; que, en fin, hasta que les deis la verdadera, y las llevéis adonde no se pueda acabar, siempre se ha de vivir con temor. Digo la verdadera, no porque entienda ésta no lo es, sino porque se podría tornar la guerra primera, si nosotros nos apartásemos de Dios.
Mas ¿qué sentirán estas almas de ver que podrían carecer de tan gran bien? Esto les hace andar más cuidadosas y procurar sacar fuerzas de su flaqueza, para no dejar cosa que se les pueda ofrecer, para más agradar a Dios, por culpa suya. Mientras más favorecidas de Su Majestad, andan más acobardadas y temerosas de sí. Y como en estas grandezas suyas han conocido más sus miserias y se les hacen más graves sus pecados, andan muchas veces que no osan alzar los ojos, como el publicano; otras con deseos de acabar la vida por verse en seguridad, aunque luego tornan, con el amor que le tienen, a querer vivir para servirle como queda dicho- y fían todo lo que les toca de su misericordia. Algunas veces las muchas mercedes las hacen andar más aniquiladas, que temen que, como una nao que va muy demasiado de cargada se va a lo hondo, no les acaezca así.
(Santa Teresa De Jesús. Moradas 7, 3, 13-14)
Preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine; así quedaré libre e inocente del gran pecado. Llegue a tu presencia el meditar de mi corazón (Sl 18, 14.15).
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2 comentarios:
Muy hermoso. Unidos en la oración.
Gracias!! Un abrazo
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