LA BODA... EL ESPOSO (Mt 9, 15)
Soy todo tuyo, como Tú eres todo mío en el secreto de mi corazón.
Una Carmelita, querida mía, es un alma que ha contemplado al divino Crucificado, que le ha visto ofrecerse como víctima a su Padre por las almas y reflexionando a la luz de esa gran visión de la caridad de Cristo, ha comprendido la pasión de amor de su alma y se ha entregado como El. En la montaña del Carmelo, sumergida en el silencio, en la soledad y en una oración ininterrumpida, pues se prolonga a través de todos sus actos, la Carmelita vive ya como en el cielo, solamente de Dios. Ese mismo Dios que será un día su felicidad y la saciará plenamente en la gloria, se le entrega ya en este mundo. Nunca la abandona y habita dentro de su alma. Aún más; los dos son Uno. Por eso, la Carmelita está hambrienta de silencio para escuchar siempre y penetrar cada vez más en su Ser infinito. Está identificada con Aquel que es su amor. Le encuentra en todas partes y descubre su irradiación divina en todas las cosas.
¿No es esto el cielo en la tierra? Pues ese cielo, Hermanita mía, lo llevas en tu alma. Tú puedes ser ya una Carmelita porque Jesús reconoce a la Carmelita en su interior, es decir, en su alma. No le dejes nunca. Realiza todas las cosas bajo su mirada divina. Permanece alegre en su paz y en su amor, siendo la felicidad de los tuyos. El, ya se te dice que tú misma eres el aposento donde El mora y el retrete y escondrijo donde está escondido; que es cosa de grande contentamiento y alegría para ti ver que todo tu bien y esperanza está tan cerca de ti, que está en ti, o por mejor decir, tú no puedes estar sin él.
Esta es la vida del Carmelo: vivir en El. Entonces todas las inmolaciones, todos los sacrificios quedan divinizados. El alma descubre, a través de todas las cosas, a Aquel a quien ama y todo la lleva a El. Se trata de un diálogo cordial ininterrumpido con El. De este modo tú puedes ser ya Carmelita en espíritu.
Ama el silencio y la oración porque constituyen la esencia de nuestra vida carmelitana. Pide a la Reina del Carmelo, nuestra Madre, que te enseñe a adorar a Jesús en profundo recogimiento. Ella ama tanto a sus hijas del Carmelo... Es su Orden predilecta y Ella es nuestra Patrona.
Invoca también a nuestra seráfica Madre Santa Teresa. Amó tanto que murió de amor. Pídele ese amor apasionado que sintió por Dios y por las almas, pues la Carmelita tiene que ser un apóstol. Todas sus oraciones y todos sus sacrificios están orientados a este fin.
¿Conoces a San Juan de la Cruz? Es nuestro Padre. Que profundamente penetró en el conocimiento de Dios. Antes que de él, debía haberte hablado de San Elías, nuestro primer Padre. Observarás que nuestra Orden es muy antigua pues se remonta hasta los Profetas. ¡Ah! Cuánto me agradaría poder cantar todas sus glorias.
(Beata Isabel De La Trinidad. Cartas 116 y 118. Obras Completas, pp. 372 y 376)
El Señor reina, ¡démosle gloria! Porque han llegado las bodas del Cordero; y su esposa se ha adornado (Ap 19, 6-7)
sábado, 20 de febrero de 2010
Cuaresma con los Santos del Carmelo - Viernes despues de Ceniza - Isabel de la Trinidad
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