martes, 23 de febrero de 2010
Cuaresma con los santos Carmelitas- Martes de la 1er semana - Sta. Teresa de Jesus.
ORAD ASÍ... PADRE NUESTRO (Mt 6, 9)
Por tu Hijo nos revelas que Tú eres nuestro Padre, que somos hijos tuyos, que yo soy el pequeño
sobre el que velas y que te ama. Padre nuestro que estás en los cielos.
¡Oh Señor mío, cómo parecéis Padre de tal Hijo y cómo parece vuestro Hijo hijo de tal Padre! ¡Bendito seáis por siempre jamás!
¡Oh Hijo de Dios y Señor mío!, ¿cómo dais tanto junto a la primera palabra? Ya que os humilláis a Vos con extremo tan grande en juntaros con nosotros al pedir y haceros hermano de cosa tan baja y miserable, ¿cómo nos dais en nombre de vuestro Padre todo lo que se puede dar, pues queréis que nos tenga por hijos, que vuestra palabra no puede faltar? Obligáiste a que la cumpla, que no es pequeña carga, pues en siendo Padre nos ha de sufrir por graves que sean las ofensas. Si nos tornamos a El, como al hijo pródigo hanos de perdonar, hanos de consolar en nuestros trabajos, hanos de sustentar como lo ha de hacer un tal Padre, que forzado ha de ser mejor que todos los padres del mundo, porque en El no puede haber sino todo bien cumplido, y después de todo esto hacernos participantes y herederos con Vos.
Al menos bien veo, mi Jesús, que habéis hablado, como Hijo regalado, por Vos y por nosotros, Y que sois poderoso para que se haga en el cielo lo que Vos decís en la tierra. Bendito seáis por siempre, Señor mío, que tan amigo sois de dar, que no se os pone cosa delante.
Pues ¿paréceos ahora que será razón que, aunque digamos vocalmente esta palabra, dejemos de entender con el entendimiento, para que se haga pedazos nuestro corazón con ver tal amor? Pues ¿qué hijo hay en el mundo que no procure saber quién es su padre, cuando le tiene bueno y de tanta majestad y señorío? Aun si no lo fuera, no me espantara no nos quisiéramos conocer por sus hijos, porque anda el mundo tal que si el padre es más bajo del estado en que está el hijo, no se tiene por honrado en conocerle por padre.
¡Oh, válgame Dios! y que hay aquí en qué os consolar, que por no me alargar más lo quiero dejar a vuestros entendimientos; que por disparatado que ande el pensamiento, entre tal Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espíritu Santo, que enamore vuestra voluntad y os la ate tan grandísimo amor, ya que no baste para esto tan gran interés.
(Santa Teresa De Jesús. Camino 27)
Encontré a David mi siervo. El me invocará: Tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salvadora, y yo lo nombraré mi primogénito (Sl 88, 21.27-28)
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