Es así, cierto, que muchas veces me acordaba de cuando el Señor calmo el viento en la mar, cuando se levantó la tempestad (Mt. 8,23-27), y así decía yo: ¿Quién es éste que así le obedecen todas mis potencias, y da luz en tan gran oscuridad en un momento, y hace blanco un corazón que parecía piedra, da agua de lágrimas suaves adonde parecía que había hacia mucho tiempo sequedad? ¿Quién pone estos deseos? ¿Quién da este ánimo? Que me acaeció pensar: ¿De qué temo? ¿Qué es esto? Yo deseo servir a este Señor; no pretendo otra cosa sino contentarle.
Dios en su misericordia, concede a Santa Teresa palpar esa luz que lleva dentro que no es sino Él mismo. Es el único capaz de hacer que nuestras tempestades y tormentas se apacigüen. ¡Este es a quien yo quiero servir! A este Señor, que es capaz de sacar de mis entrañas lo mejor de mí misma, que ablanda mi terquedad y mi torpeza, y me da la luz que llevo dentro, fruto de su amor gratuito y misericordioso. Hoy mi actitud será la de entregar al Señor de la calma todas mis tempestades, mis ruidos interiores... mi corazón ruin y pobre para que Él lo transforme.
La grandeza que tenemos dentro
"Digamos que la divinidad es como un claro diamante, mucho mas grande que todo el mundo, o espejo, a manera de lo que dije del alma en otra visión, salvo que es por tan más subida manera, que yo lo sabré encarecer; y que todo lo que hacemos se ve en este diamante, siendo de manera que él encierra todo en sí, porque no hay nada que salga fuera de esta grandeza". (V40, 10)
Santa Teresa quiere hacernos descubrir las grandezas que tenemos dentro de nosotros mismos. Ese "cristal" o "diamante", hermosísimo que es nuestro corazón siempre que nos dejamos iluminar por el que es la claridad, la luz, la gran piedra preciosa. Si nuestra alma es hermosa es porque la Hermosura habita en ella, sino por nuestros pecados, como también dice la Santa, sería algo ruin y oscuro. Tenemos muchas grandezas y hermosuras dentro de nosotros sin descubrir. ¿Por qué no esforzarnos en ahondar en nuestro interior y descubrir las grandezas que el Dios que nos habita está haciendo en nosotros? Seguro que nos sorprendemos.
El camino
"Tomad mi consejo y no os quedéis en el camino, sino pelead como fuertes hasta morir en la demanda, pues no estás aquí a otra cosa sino a pelear. Y con ir siempre con esta determinación de antes morir que dejar de llegar al fin del camino, si os llevare el Señor con alguna sed en esta vida, en la que es para siempre os dará con toda abundancia de beber, y sin temor que os ha de faltar. Plega al Señor no le faltemos nosotras. Amén." (CV 20, 2)
Teresa, maestra de caminos, de caminos hacia el centro del alma, donde Dios mora, y de caminos que salen al encuentro del hombre para tenderle una mano. Ella, que exploró los caminos del espíritu y anduvo por los mil caminos fríos y polvorientos, nos invita a recorrer caminos nuevos, a estar en esa actitud de ponerse en camino, bastón en mano, sandalias en los pies y el corazón lleno de ilusiones y proyectos nacidos del único Amor. Siempre quedan caminos por estrenar, paisajes interiores por descubrir, compañías de las que gozar y aprender en el camino. No dejemos de andar, aunque haya tropiezos y caídas, que quien no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. El alma en pie, los ojos atentos, el pie siempre dispuesto a abrir caminos. Teresa, maestra de caminos, ayúdanos a estar siempre en camino.
Regando el huerto
Vengamos ahora a hablar de la tercer agua con que se riega esta huerta, que es agua corriente de río o de fuente, que se riega con menos trabajo, aunque alguno da al encaminar el agua. Quiere el Señor aquí ayudar al hortelano de manera que casi él es el hortelano y el que lo hace todo.
Es un sueño de las potencias, que ni del todo se pierden ni entienden cómo obran. El gusto y suavidad y deleite es más sin comparación que lo pasado; es que da el agua a la garganta a esta alma, de la gracia, que no puede ya ir adelante, ni sabe cómo ni tornar atrás; querría gozar de grandísima gloria. Es como uno que está la candela en la mano, que le falta poco para morir muerte que la desea; está gozando en aquella agonía con el mayor deleite que se puede decir. No me parece que es otra cosa sino un morir casi del todo a toso a todas las cosas del mundo y estar gozando de Dios.
Yo no sé otros términos, cómo lo decir ni cómo lo declarar, ni entonces sabe el alma qué hacer; porque ni sabe si hable ni calle, ni sí ría ni si llore. Es un glorioso desatino, una celestial locura, adonde se aprende la verdadera sabiduría, y es deleitosísima manera de gozar el alma. (Vid. 16.1)
Pedimos a Teresa nos ayude a reconocer nuestra pequeñez y pedirle su ayuda para ir quitando con determinada determinación, todo lo que impida o no facilite ese dejarnos regar por Dios. Que sepamos acudir a la Fuente de Agua viva y no busquemos otras fuentecillas que nos despistan e impiden saciar nuestra sed. Dejémonos encaminar, regar y regalar por el Señor, el Dios Amor.
Ayúdanos Teresa a saborear la gracia de Dios, su amor gratuito y total. Queremos que nuestras vidas sean oración, empapar y esponjar nuestras vidas en tu Corazón y que rebosen de tal modo que mojen a nuestra sociedad, que nos transformes y demos frutos de tu Amor. Vivamos hoy en actitud de “dejarnos hacer por Dios”. Pidámosle especial fidelidad en vivir nuestra entrega y nuestro “Sólo Dios”.
El CASTILLO
Teresa, maestra de caminos, de caminos hacia el centro del alma, donde Dios mora, y de caminos que salen al encuentro del hombre para tenderle una mano. Ella, que exploró los caminos del espíritu y anduvo por los mil caminos fríos y polvorientos, nos invita a recorrer caminos nuevos, a estar en esa actitud de ponerse en camino, bastón en mano, sandalias en los pies y el corazón lleno de ilusiones y proyectos nacidos del único Amor. Siempre quedan caminos por estrenar, paisajes interiores por descubrir, compañías de las que gozar y aprender en el camino. No dejemos de andar, aunque haya tropiezos y caídas, que quien no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. El alma en pie, los ojos atentos, el pie siempre dispuesto a abrir caminos. Teresa, maestra de caminos, ayúdanos a estar siempre en camino.
Regando el huerto
Vengamos ahora a hablar de la tercer agua con que se riega esta huerta, que es agua corriente de río o de fuente, que se riega con menos trabajo, aunque alguno da al encaminar el agua. Quiere el Señor aquí ayudar al hortelano de manera que casi él es el hortelano y el que lo hace todo.
Es un sueño de las potencias, que ni del todo se pierden ni entienden cómo obran. El gusto y suavidad y deleite es más sin comparación que lo pasado; es que da el agua a la garganta a esta alma, de la gracia, que no puede ya ir adelante, ni sabe cómo ni tornar atrás; querría gozar de grandísima gloria. Es como uno que está la candela en la mano, que le falta poco para morir muerte que la desea; está gozando en aquella agonía con el mayor deleite que se puede decir. No me parece que es otra cosa sino un morir casi del todo a toso a todas las cosas del mundo y estar gozando de Dios.
Yo no sé otros términos, cómo lo decir ni cómo lo declarar, ni entonces sabe el alma qué hacer; porque ni sabe si hable ni calle, ni sí ría ni si llore. Es un glorioso desatino, una celestial locura, adonde se aprende la verdadera sabiduría, y es deleitosísima manera de gozar el alma. (Vid. 16.1)
Pedimos a Teresa nos ayude a reconocer nuestra pequeñez y pedirle su ayuda para ir quitando con determinada determinación, todo lo que impida o no facilite ese dejarnos regar por Dios. Que sepamos acudir a la Fuente de Agua viva y no busquemos otras fuentecillas que nos despistan e impiden saciar nuestra sed. Dejémonos encaminar, regar y regalar por el Señor, el Dios Amor.
Ayúdanos Teresa a saborear la gracia de Dios, su amor gratuito y total. Queremos que nuestras vidas sean oración, empapar y esponjar nuestras vidas en tu Corazón y que rebosen de tal modo que mojen a nuestra sociedad, que nos transformes y demos frutos de tu Amor. Vivamos hoy en actitud de “dejarnos hacer por Dios”. Pidámosle especial fidelidad en vivir nuestra entrega y nuestro “Sólo Dios”.
El CASTILLO
“Estando hoy suplicando a nuestro Señor hablase por mí, porque yo no atinaba a cosa que decir ni cómo comenzar a cumplir esta obediencia, se me ofreció lo que ahora diré, para comenzar con algún fundamento: que es considerar nuestra alma como un castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde haya muchos aposentos, así como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos, hermanas, no es otra cosa el alma del justo sino un paraíso adonde dice El tiene sus deleites. Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan poderoso, tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita?
No hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza” (M. 1,1)
Gracias, Señor, por habernos creado a tu imagen y semejanza. Ahí está la grandeza de cada ser humano y la dignidad del hombre y de la mujer. Que comprendamos esta maravilla y amemos a cada persona como Tú la quieres y amas. Que deseemos vivir nuestra entrega y como Teresa decir “Mil vidas daría yo por salvar una de esas pequeñas almas”.
Ayúdanos a descubrir tu presencia en nuestras vidas y profundizar cada día más en ese Castillo interior al que como a Teresa nos llamas a vivir.
Procuremos vivir de un modo especial nuestra Presencia del Dios Amor y con el Señor caminar. Preparemos con gran cariño nuestro tiempo de oración.
El señor enciende el alma
“Es pues, esta oración una centellica que comienza el Señor a encender en el alma del verdadero amor suyo, y quiere que el alma vaya entendiendo qué cosa es este amor con regalo. Esta quietud y recogimiento y centellica, si es espíritu de Dios y no gusto dado del demonio o procurado por nosotros, aunque a quien tiene experiencia es imposible no entender luego que no es cosa que se puede adquirir, sino que este natural nuestro es tan deseoso de cosas sabrosas que todo lo prueba, mas quédese muy en frío o bien en breve, porque, por mucho que quiera comenzar a hacer arder el fuego para alcanzar este gusto, no parece sino que le echa agua para matarle… Pues esta centellica puesta por Dios, por pequeñita que es, hace mucho ruido, y si no la matan por su culpa, esta es la que comienza a encender el gran fuego, que echa llamas de sí del grandísimo amor de Dios, que hace Su Majestad tengan las almas perfectas.”( V 15,4)
“ El cómo es esta que llaman unión, y lo que es, yo no lo sé dar a entender […] El alma, alguna vez sale de sí misma, a manera de un fuego que está ardiendo y hecho llama, y algunas veces crece este fuego con ímpetu. Esta llama sube muy arriba del fuego, mas no por eso es cosa diferente, sino la misma llama que está en el fuego […] (V 18,2)
La débil centellica que enciende Dios en el alma, en la oración de quietud, se convierte en fuego devorador que transforma el hierro en ascua viva. El fuego es símbolo de aquello que entra en movimiento, aquello que se mueve, sube y baja; la vida, el amor, la fuerza, el ánimo, … y aunque nunca sabemos hasta donde puede elevarse, si que conocemos su inicio.
“ Una centellica”, un pequeño esfuerzo, una sonrisa que transmite paz y no odio, un sí confiado dicho con la disponibilidad de Maria, una simple mirada encendida en ímpetus de amor de Dios; estas son las centellicas que se transforman en llama, que arden en deseos de amar, de ser una misma llama con el Fuego que abrasa en vida, con el Amor.
Señor, enciende en nosotros la llama de tu amor. En medio de la oscuridad, sé luz que ilumine, fuego que caliente nuestra vida y la de nuestros hermanos.
Ayúdanos Señor a ser centellicas, a encender con los pequeños detalles de cada día, una inmensa hoguera, donde se transforme la vida que Tú pones en nuestras manos.
Un regalo
“Y es así que ha me dio el Señor en abundancia esta oración creo cinco y seis años muchas veces y que ni yo entendía ni la supiera decir; y así tenía por mí, llegada aquí, decir muy poco o nonada. Bien entendía que no era del todo unión de todas las potencias, y que era más que la pasada, muy claro; mas yo confieso que no podía determinar ni entender cómo era esta diferencia. Creo (por la humildad que vuestra merced ha tenido en quererse ayudar de una simpleza tan grande como la mía) me dio el Señor hoy, acabando de comulgar, esta oración sin poder ir adelante, y me puso estas comparaciones y enseñó la manera de decirlo, y lo que ha de hacer aquí el alma; que, cierto, yo me espanté y entendí en un punto.
Muchas veces estaba así como desatinada y embriagada en este amor, y jamás había podido entender cómo era. Bien entendía que era Dios, mas no podía entender cómo obraba aquí; porque, en hecho de verdad, están casi del todo unidas las potencias, mas no tan engolfadas que no obren. Gustado he en extremo de haberlo ahora entendido. ¡Bendito sea el Señor, que así me ha regalado!” (Vid. 16,2)
Tú, Señor, quieres regalarnos en la interior bodega de tu amor. Pidamos a María y a José que nos ayuden, como a Teresa, a preparar nuestras Eucaristías, a comulgar y tener al Dios hecho hombre en nuestro corazón, y dejarnos embriagar por su amor y sus caricias. Que nos enamoremos más y más cada día de nuestro Dios y preparemos nuestro corazón para saborear el vino de su Amor.
Le ofrecemos al Señor “nuestros traguitos de vino”: actos de amor a Dios y caridad con las Hermanas de Comunidad y con las personas que hoy ponga el Señor en nuestro caminar.
No hallo yo cosa con qué comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues El mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza” (M. 1,1)
Gracias, Señor, por habernos creado a tu imagen y semejanza. Ahí está la grandeza de cada ser humano y la dignidad del hombre y de la mujer. Que comprendamos esta maravilla y amemos a cada persona como Tú la quieres y amas. Que deseemos vivir nuestra entrega y como Teresa decir “Mil vidas daría yo por salvar una de esas pequeñas almas”.
Ayúdanos a descubrir tu presencia en nuestras vidas y profundizar cada día más en ese Castillo interior al que como a Teresa nos llamas a vivir.
Procuremos vivir de un modo especial nuestra Presencia del Dios Amor y con el Señor caminar. Preparemos con gran cariño nuestro tiempo de oración.
El señor enciende el alma
“Es pues, esta oración una centellica que comienza el Señor a encender en el alma del verdadero amor suyo, y quiere que el alma vaya entendiendo qué cosa es este amor con regalo. Esta quietud y recogimiento y centellica, si es espíritu de Dios y no gusto dado del demonio o procurado por nosotros, aunque a quien tiene experiencia es imposible no entender luego que no es cosa que se puede adquirir, sino que este natural nuestro es tan deseoso de cosas sabrosas que todo lo prueba, mas quédese muy en frío o bien en breve, porque, por mucho que quiera comenzar a hacer arder el fuego para alcanzar este gusto, no parece sino que le echa agua para matarle… Pues esta centellica puesta por Dios, por pequeñita que es, hace mucho ruido, y si no la matan por su culpa, esta es la que comienza a encender el gran fuego, que echa llamas de sí del grandísimo amor de Dios, que hace Su Majestad tengan las almas perfectas.”( V 15,4)
“ El cómo es esta que llaman unión, y lo que es, yo no lo sé dar a entender […] El alma, alguna vez sale de sí misma, a manera de un fuego que está ardiendo y hecho llama, y algunas veces crece este fuego con ímpetu. Esta llama sube muy arriba del fuego, mas no por eso es cosa diferente, sino la misma llama que está en el fuego […] (V 18,2)
La débil centellica que enciende Dios en el alma, en la oración de quietud, se convierte en fuego devorador que transforma el hierro en ascua viva. El fuego es símbolo de aquello que entra en movimiento, aquello que se mueve, sube y baja; la vida, el amor, la fuerza, el ánimo, … y aunque nunca sabemos hasta donde puede elevarse, si que conocemos su inicio.
“ Una centellica”, un pequeño esfuerzo, una sonrisa que transmite paz y no odio, un sí confiado dicho con la disponibilidad de Maria, una simple mirada encendida en ímpetus de amor de Dios; estas son las centellicas que se transforman en llama, que arden en deseos de amar, de ser una misma llama con el Fuego que abrasa en vida, con el Amor.
Señor, enciende en nosotros la llama de tu amor. En medio de la oscuridad, sé luz que ilumine, fuego que caliente nuestra vida y la de nuestros hermanos.
Ayúdanos Señor a ser centellicas, a encender con los pequeños detalles de cada día, una inmensa hoguera, donde se transforme la vida que Tú pones en nuestras manos.
Un regalo
“Y es así que ha me dio el Señor en abundancia esta oración creo cinco y seis años muchas veces y que ni yo entendía ni la supiera decir; y así tenía por mí, llegada aquí, decir muy poco o nonada. Bien entendía que no era del todo unión de todas las potencias, y que era más que la pasada, muy claro; mas yo confieso que no podía determinar ni entender cómo era esta diferencia. Creo (por la humildad que vuestra merced ha tenido en quererse ayudar de una simpleza tan grande como la mía) me dio el Señor hoy, acabando de comulgar, esta oración sin poder ir adelante, y me puso estas comparaciones y enseñó la manera de decirlo, y lo que ha de hacer aquí el alma; que, cierto, yo me espanté y entendí en un punto.
Muchas veces estaba así como desatinada y embriagada en este amor, y jamás había podido entender cómo era. Bien entendía que era Dios, mas no podía entender cómo obraba aquí; porque, en hecho de verdad, están casi del todo unidas las potencias, mas no tan engolfadas que no obren. Gustado he en extremo de haberlo ahora entendido. ¡Bendito sea el Señor, que así me ha regalado!” (Vid. 16,2)
Tú, Señor, quieres regalarnos en la interior bodega de tu amor. Pidamos a María y a José que nos ayuden, como a Teresa, a preparar nuestras Eucaristías, a comulgar y tener al Dios hecho hombre en nuestro corazón, y dejarnos embriagar por su amor y sus caricias. Que nos enamoremos más y más cada día de nuestro Dios y preparemos nuestro corazón para saborear el vino de su Amor.
Le ofrecemos al Señor “nuestros traguitos de vino”: actos de amor a Dios y caridad con las Hermanas de Comunidad y con las personas que hoy ponga el Señor en nuestro caminar.
8 comentarios:
Hola amiga !!! Me gusta la idea de expresar estas cosas profundas con tantas imágenes. Nos ayudan a comprender algo del misterio trascendente.
Necesitamos elevarnos desde la simpleza y humildad.
Gracias por esta entrada.
Saludos,
SB
Me reconfortan los pensamiento de Santa Teresa.
Gracias!!
Nora
Que entrada má profunda y bonita, Tere! Es que leer a s. Teresa tiene migas, pues es difícil de entender su castellano antiguo muchas veces, pero ella nos habla al corazón y nos llega muy profundo. Y es cierto lo que dice:cuando una conoce a Jesús, como modelo enviiado por el Padre para su seguimiento e imitación, se queda como robada, te remueve y te sacude, todo a la vez. Es como un amor a primera vista y, a la vez, como un amor antiguo: tanto te enamoras que ya no le dejas.
A veces mi esposo me dice: Ese Jesús que tengo de rival es muy fuerte,no puedo con él. jejeje, es que sabe que quiero seguirle fielmente a donde me llame y no es fácil a veces.
Que tengas un feliz finde, bendecida por Dios.
Gracias me gusta mucho tu blog
un abrazo
Adri
Feliz Dia de la Mujer!!!
En mi blog te deje Premios, espero te agraden y se conviertan en rosas en tus manos, para perfumar tu entorno!!!!!!
Cariños
Cada pensamiento encierra una verdadera enseñanza de vida, amiga querida muchas gracias por compartirlos; las imágenes están preciosas.
.:"""":.---. "
I I====O=IIIII(::I
':.....:.---' "
Una serenata para alguien Super Especial como Tu que eres una Gran Mujer. Feliz Día de la Mujer!!!
Bendiciones infinitas y un abrazo enorme. Tienes unos merecidos premios en mi blog. Besitos.
Gracias amiga, por acercarme por medio de estos pensamientos a la espiritualidad de Teresa de Jesús... Me envuelve y me conduce más a Dios...
Un abrazo
Dove
SB dicen que una imagen vale mas que mil palabras. No?
Sta. Teresa fue muy humana, por eso sus pensamientos nos llegan hondo. Gracias Nora.
Que hermoso lo que compartis Marisela!!!!!
Gracias Adriana por pasar por aca
Gracias por los premios Abue. Te quiero mucho!!
Angelica, Gracias por la serenata.Me encanto la guitarra ya que toco una y me gusta.
Dove, es ella quien te busca y se acerca a vos.
Un abrazo grande a todos, teresa
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