
Por eso encontramos en hombres santos una bondad y una ternura femenina una solicitud verdaderamente maternal por las almas confiadas a ellos; y en mujeres santas una audacia y una disponibilidad y decisión auténticamente masculinas. De este modo el seguimiento de Cristo conlleva el desarrollo en plenitud de la vocación originaria del hombre: ser autentica imagen de Dios; imagen del Señor de lo creado, conservando, protegiendo y haciendo crecer a toda criatura que se encuentre en su ambiente; imagen del Padre, generando y educando por paternidad y maternidad espiritual- hijos para el reino de Dios. (Ser finito y ser eterno)
No hay comentarios:
Publicar un comentario