sábado, 1 de marzo de 2008

Reconociendonos pecadores

"Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel es y justo para perdonarnos los pecados y para purificarnos de toda iniquidad" (1 Jn 1,8s).

La oración exige sinceridad y limpieza interior Lucas 18,9. Exige humildad, que "es andar en verdad; que lo es muy grande no tener nada bueno de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entiende anda en mentira" Santa Teresa. VI Moradas 10,8. (Todo lo bueno que hay en nosotros viene de Dios)

"Donde entra mucho el sol, dice santa Teresa, el alma ve su miseria... toda se ve muy turbia".


AMOR, DESASIMIENTO Y HUMILDAD

Tres son las grandes virtudes en que se tiene que fundamentar el orante: amor, desasimiento y humildad.

Una vez que ha tratado el amor, escribe Teresa sobre el desasimiento, y a continuación de la humildad, pero no con clara separación entre las dos, por la misma naturaleza de ambas virtudes, ya que el mayor desprendimiento se ha de ejercitar en la negación de la propia voluntad, lo que es propiamente la humildad, que debe renunciar a los propios criterios, valoraciones, prejuicios y caprichos, cuando se interfiere la voluntad de Dios, que es la verdad.

¡Quiera Dios guardarnos de todo pecado voluntario, por pequeño que sea!

Debemos temer al demonio, mucho mas al menor pecado venial, que puede hacernos más daño que todos los demonios.

Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores

Esta petición se asocia al don de consejo, pues tenemos que pedir consejo para salir de la situación de pecado. El Espíritu Santo nos aconseja que pidamos perdón a Dios de nuestros pecados.

Aquí se nos enseña a todos a vivir en la humildad reconociéndonos pecadores; pero también en la esperanza, pues por muy pecadores que seamos, nunca debemos desesperar, porque la desesperación puede arrastrarnos a pecados todavía mayores y nuevos. Por muy pecador que uno sea debe confiar siempre en Dios si se arrepiente seriamente y se convierte. Quien se arrepiente y confiesa sus pecados consigue la misericordia de Dios.

El convicto liberado

Cada año, con motivo del aniversario de su coronación, el rey de un pequeño condado liberaba a un prisionero. Cuando cumplió 25 años como monarca, él mismo quiso ir a la prisión acompañado de su Primer Ministro y toda la corte para decidir cuál prisionero iba a liberar.

"Majestad", dijo el primero, "yo soy inocente pues un enemigo me acusó falsamente y por eso estoy en la cárcel".

-"A mí", añadió otro, "me confundieron con un asesino pero yo jamás he matado a nadie".

-"El juez me condenó injustamente", dijo un tercero.

Y así, todos y cada uno manifestaba al rey porque razones merecían precisamente la gracia de ser liberados.

Había un hombre en un rincón que no se acercaba y que permanecía callado y algo distraído. Entonces, el rey le preguntó:

"Tu, ¿Por qué estás aquí?

-El hombre contestó: "Porque maté a un hombre majestad, yo soy un asesino".

-"¿Y por qué lo mataste?", inquirió el monarca.

-"Porque estaba muy violento en esos momentos", contestó el recluso.

-"¿Y por qué te violentaste?", continuó el rey.

-"Porque no tengo dominio sobre mi enojo".

Pasó un momento de silencio mientras el rey decidía a quien liberaría. Entonces tomó el cetro y dijo al asesino que acaba de interrogar:

"Tú sales de la cárcel".

-"Pero majestad", replicó el Primer Ministro, "¿Acaso no parecen más justos cualquiera de los otros?"

-"Precisamente por eso", respondió el rey, "saco a este malvado de la cárcel para que no eche a perder a todos los demás que parecen tan buenos".

El único pecado que no puede ser perdonado es el que no reconocemos. Es necesario confesar que somos pecadores y no tan buenos como muchas veces creemos ser o tratamos de aparentar.

5 comentarios:

Oscár dijo...

hermoso como siempre, por desasimiento se entiende despaego?...excelnte eso de donde entra mucho sol mas se ve la misieria... y por otor aldo la historia narrada es propicia...tendría aquel hombre alguna actitud de reparo me imagino pero el rey actuo intleigentemente con sabiduria.

alter-ego dijo...

Hola Hermanas.El problema que tenemos es que somos pecadores, y por lo tanto alejados del amor de Dios. No podemos evitarlo, porque el pecado no es algo que podamos impedir que entre a nosotros, sino algo que sale del fondo de nuestro propio ser: Mc. 1,14-15.

El pecado,el ser humano, con toda su ciencia y todo su poder no es capaz de echar abajo al príncipe de este mundo, ni quitar el pecado del mundo, hace el mal que no quiere y no hace el bien que se propone.

El ser humano es de naturaleza pecadora, por eso peca. Por tanto no puede cambiarse así mismo. Por sus propias fuerzas no es capaz de renovarse, hacerse criatura nueva, cambiar su corazón, solucionar el problema de su existencia.Mis saludos cordiales a uds.

Analía dijo...

Un mensaje: lei en otro blog que estarán por mar del plata...visitando el Carmelo. Avisenme! Así nos conocemos. Voy los domingos a la Eucaristía allí.

Ángel De Jesús dijo...

Hola Hermanas, q tal oren por mi de verdad esta vocación que Dios que me ha dado es muy dura de mantener, y las quiero felicitar porque se nota que lo que escriben lo hacen con mucha alegría y con mucho animo, a pesar de todas las dificultades que puedan atravesar. Quiero servir al señor pero no quiero sufrir, Gracias.

El Creador dijo...

El amor de Dios inunda también la web.