jueves, 13 de marzo de 2008

En la soledad

"Acostumbrarse a la soledad es gran cosa para la oración"
Sta. Teresa
La soledad no tiene que ver con estar solo, sino con lo que nos rodea. Para que el orante tenga la soledad ideal se necesita que el lugar lo acompañe y que la persona deje pasar todos los estímulos. La soledad no es aislamiento, sino una forma nueva de presencia.

Para vivir esta experiencia de soledad amorosa con el Señor, pedimos ayuda a la Iglesia. Y en la Iglesia encontramos muchas presencias alentadoras. Una de ellas, Juan de la Cruz.

Se hizo entrañable en la soledad. Buscó los lugares solitarios para encontrarse con el Amado; la soledad se le hizo sonora, los ojos se le llenaron de belleza, los oídos de la música callada del amor, la voz se le convirtió en evangelio para todos.

"En soledad vivía,
y en soledad ha puesto ya su nido;
y en soledad le guía
a solas su querido,
también en soledad de amor herido”
(Cántico Espiritual, 35)

Si quieres buscar a Dios, ponte en soledad por amor a El. Deja las cosas y centra la mirada de tu corazón en Él.

Ejercítate en la soledad, aunque a los comienzos sea costosa, que en ella hallarás y gozarás a Dios. A ella te conduce el Espíritu (Rm 8,14)

En la intimidad con Dios encontrarás paz y libertad; descubrirás que es Dios mismo quien te recibe y te acoge, quien te guía.

Cuando te ve en soledad, es Dios mismo quien se te entrega por amor.

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