lunes, 1 de marzo de 2010
Cuaresma con los santos del Carmelo-2do Lunes-Sta. Teresa de Jesus
¡PERDONAD! (Lc 6, 37)
El perdón es don de tu amor, Señor, para que se me perdone. Y para que yo perdone, Tú me devuelves tu amor. Y perdónanos, Señor, nuestras deudas, así como nosotros las perdonamos a nuestros deudores.
Miremos, hermanas, que no dice como perdonaremos, porque entendamos que quien pide un don tan grande como el pasado y quien ya ha puesto su voluntad en la de Dios, que ya esto ha de estar hecho, y así dice: como nosotros las perdonamos. Así que quien de veras hubiere dicho esta palabra al Señor, fiat voluntas tua, todo lo ha de tener hecho, con la determinación al menos.
Veis aquí cómo los santos se holgaban con las injurias y persecuciones, porque tenían algo que presentar al Señor cuando le pedían. ¿Qué hará una tan pobre como yo, que tan poco ha tenido que perdonar y tanto hay que se me perdone?
Cosa es ésta, hermanas, para que miremos mucho en ella: que una cosa tan grave y de tanta importancia como que nos perdone nuestro Señor nuestras culpas, que merecían fuego eterno, se nos perdone con tan baja cosa como es que perdonemos. Y aun de esta bajeza tengo tan pocas que ofrecer, que de balde me habéis, Señor, de perdonar. Aquí cabe bien vuestra misericordia. Bendito seáis Vos, que tan pobre me sufrís, que lo que vuestro Hijo dice en nombre de todos, por ser yo tal y tan sin caudal, me he de salir de la cuenta.
¡Oh, por amor de Dios, hermanas!, que llevamos perdido el camino, porque va errado desde el principio, y plega a Dios que no se pierda algún alma por guardar estos negros puntos de honra sin entender en qué está la honra. Y vendremos después a pensar que hemos hecho mucho si perdonamos una cosita de éstas, que ni era agravio ni injuria ni nada; y muy como quien ha hecho algo, vendremos a que nos perdone el Señor, pues hemos perdonado. Dadnos, mi Dios, a entender que no nos entendemos y que venimos vacías las manos, y perdonadnos Vos por vuestra misericordia.
Mas ¡qué estimado debe ser este amarnos unos a otros del Señor! Pues pudiera el buen Jesús ponerle delante otras, y decir: perdonadnos, Señor, porque hacemos mucha penitencia, o porque rezamos mucho y ayunamos y lo hemos dejado todo por Vos y os amamos mucho; y no dijo porque perderíamos la vida por Vos, y como digo- otras cosas que pudiera decir, sino sólo porque perdonamos. (Santa Teresa De Jesús. Camino 36, 2-3.7)
A ti acude todo mortal a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas (Sl 64, 3.4).
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