domingo, 28 de febrero de 2010

Cuaresma con los santos del Carmelo - 2do domingo- Beata Isabel de la Trinidad

Este es el tiempo favorable. Convertíos y creed en la Buena Noticia. Ha llegado el Reino de Dios.
SE TRANSFIGURÓ DELANTE DE ELLOS (Mc 9, 2)

¡Cómo ser transparencia de Ti, oh Jesús, sino dejándome envolver en la contemplación de tu luz hasta irradiarte!

Mi alma necesita decirle que está en íntima comunión con la suya para dejarse posesionar, arrebatar e invadir por Aquel cuyo Amor nos envuelve y quiere consumarnos en la Unidad (Jn. 17, 23) con El.

He pensado en usted mientras leía estas palabras del P. Vallée sobre la contemplación: El contemplativo es un ser que vive bajo el resplandor de la faz de Cristo, que penetra en el misterio de Dios impulsado no por la luz que proyecta el pensamiento humano sino por la claridad que produce la palabra del Verbo encarnado.

¿No siente esa pasión por escucharle? Existe, a veces, una necesidad tan imperiosa de callar, que uno quisiera sólo permanecer como María Magdalena, ese maravilloso ejemplo de alma contemplativa, a los pies del divino Maestro, ávido de conocerlo todo, de penetrar cada vez más en ese misterio de Amor que El vino a revelarnos. ¿No cree que durante la acción, mientras se desempeña exteriormente el oficio de Marta, el alma puede permanecer siempre adorante, inmersa como María Magdalena en su contemplación, bebiendo ininterrumpidamente de esta fuente como un sediento?

Así es como yo entiendo el apostolado de la Carmelita y del sacerdote. Cuando están en contacto continuo con esta divina fuente, pueden entonces irradiar a Dios, darle a las almas. Reconozco que se necesitará compenetrarse profundamente con el divino Maestro, permanecer en íntima unión con su alma, identificarse con todos sus sentimientos para luego vivir como El cumpliendo la voluntad de su Padre. Entonces, ¿qué importa cuanto suceda al alma, si ella tiene fe en Aquel que es su amor y mora dentro de sí?

Durante esta Cuaresma quisiera esconderme con Cristo en Dios como dice San Pablo (Cl. 3, 3); perderme en esa Trinidad que será un día nuestra visión y sumergirme, iluminada por la luz divina, en la profundidad de su misterio.
(Beata Isabel De La Trinidad. Ct. 137, Obras Completas, pp. 404-406)

Reflexionad en el silencio de nuestro lecho. Hay muchos que dicen: ¿Quién nos hará ver la dicha, si la luz de tu rostro ha huido de nosotros? (Sl 4, 5.7).

2 comentarios:

Hugo dijo...

¡Gracias! por este espacio en la red. Desde Azul, la ciudad Cervantina de raíces pampas de la Argentina, que ha sido bendecida con la presencia, hace ya mas de medio siglo, de las Hermanas Carmelitas del Convento de San Lorenzo. Con afecto cristiano los abrazo en Cristo y María y deseo que en esta Cuaresma sigan creciendo en la Fe, la Esperanza y el amor.

Lic. Angélica dijo...

Hace poco comencé a leer un libro de la beata. Me encanta el tema de la contemplación, creo que cuando Dios nos elige para ello, nos da un gran don. Humanamente se siente porque el despojo de lo humano se va haciendo presente mediante la soledad del contemplativo y la falta de comprensión del resto que le rodea. No deja de ser un gran sufrimiento y a la vez, entregado a Jesús, una unión transformante con El.