Soy Juan, Juan de la Cruz. Yo vengo de la otra orilla del tiempo, soy casi de vuestro tiempo. Es que para Dios, mil años son como un ayer que pasó. Nací pobre, bien ligero de equipaje. Pero en esa pobreza siempre sentí fuerte la sed de Dios. En las noches calladas, en las soledades sonoras, en medio de las cenas que recrean y enamoran, oí muchas veces la voz del Amado y yo me dejé envolver en ese amor. Y toda mi vida se convirtió en una búsqueda apasionada de los Amores de mi Amado. Toda mi vida fue un Adviento en busca de Jesús. Estando en Granada, una mujer me pidió que le escribiese algunas de las coplas que me bullían por dentro. Y le escribí las coplas de la Llama. Me gustaron estos versos. A fe que me gustaron. Hablan del Espíritu, que es quien prepara el encuentro de bodas entre el Amado y la humanidad, entre el Amado y cada uno de nosotros. El Espíritu es quien prepara la mejor Navidad. A todos vosotros, que peregrináis hacia el Amor, os regalo también la musicalidad y la emoción de estos versos para que os acompañen en el camino.
¡Oh llama de amor viva
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
¡rompe la tela de este dulce encuentro!
¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda!
¡Oh toque delicado que
a vida eterna sabe
y toda deuda paga!
Matando, muerte en vida has trocado.
¡Oh lámparas de fuego
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
color y luz dan junto a su querido!
Fuente CIPECAR
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