miércoles, 19 de diciembre de 2007

Buscando mis amores

Más que buscar nosotros a Dios, es El quien nos busca y nos espera en cualquier sitio, en cualquier momento del día, también cuando estamos absorbidos en cuestiones más o menos triviales.

Aunque seamos desierto o yermo, páramo o estepa, se nos ha dado la capacidad de tener una relación de intimidad con Dios y de gozar de su gloria y de su belleza.

El Señor despega nuestros ojos ciegos, abre nuestros oídos sordos, para que saltemos como ciervos y cantemos cánticos nuevos.

Desde las situaciones de oscuridad abrimos el oído para escuchar las maravillas que Dios está realizando entre los pobres.


Fuente: CIPECAR

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